***CONTENIDO GRÁFICO*** (Se recomienda discreción).
Fotografías con fines informativos y educativos.
El trágico accidente.
Hisashi Ouchi y Masato Shinohara eran dos operarios que estaban vertiendo
una solución de óxido de uranio en ácido nítrico en un tanque de
sedimentación. Por norma general, las medidas de prevención de riesgos
laborales obligaba a no usar recipientes que pudieran contener una medida
mayor de 2,3 kilogramos de material, pero ellos usaron baldes y llegaron a
aplicar 16 Kg de uranio.
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Hisashi Ouchi |
La cantidad era desmedida y la reacción en cadena de la fisión nuclear se
volvió autosuficiente, emitiendo una gran radiación gamma y de neutrones.
Hisashi Ouchi se encontraba junto al tanque y Masato Shinohara estaba junto
a una plataforma. Un tercer empleado, Yokokawa, estaba tranquilo en su
escritorio a unos cuatro metros de la zona, cuando un destello azul hizo
sonar las alarmas de radiación gamma. Los dos técnicos no tardaron en sentir
dolores, náuseas, dificultad para respirar y otros graves problemas de
salud.
Aunque los operarios lograron parar la reacción tras 20 horas, ya era
demasiado tarde. La radiación a la que habían estado expuestos fue letal. Se
llegaron a alcanzar niveles de hasta 15.000 veces el límite de lo permitido
para la vida.
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Planta nuclear de Tokaimura, |
Desastrosas consecuencias.
Se estima que Ouchi fue la persona expuesta a la mayor cantidad de radiación
en la historia: entre 10.000 y 20.000 milisieverts, la unidad de medida de
los efectos y daños causados por la radiación ionizante en un organismo. El
umbral de seguridad máximo de los niveles de radioactividad es de 50
milisieverts.
Cuando llegó al hospital, Hisashi tenía la piel ligeramente roja e hinchada
por la exposición. Sin embargo, parecía no presentar más síntomas. Pero los
médicos analizaron sus cromosomas y descubrieron que no pudieron regenerar
ninguna de las células de su cuerpo. También había reducido a 0 sus glóbulos
blancos. Ouchi había recibido la misma dosis de radiación que la emitida en el
epicentro de la bomba atómica de Hiroshima.
Luego de una semana en el hospital y pese a recibir un trasplante de células
periféricas por parte de su hermana para intentar recuperar su sistema
inmune, Ouchi comenzó a mostrar signos significativos de enfermedad por
radiación.
Su piel comenzó a desprenderse y no podía regenerarse. Y no solo eso, las
dificultades para respirar continuaban, como también le continuaban los
dolores que lo hicieron mantenerse en coma inducido. A los 18 días se
descubrió que la radiación estaba matando también las células trasplantadas.
El deterioro comenzaba a hacerse visible y su cuerpo se iba desintegrando.
Después de 27 días comenzaron también a deteriorarse otras partes del cuerpo
de Ouchi. Sus intestinos no paraban de sangrar por diversas hemorragias.
Llegó a necesitar hasta 10 transfusiones de sangre al día, perdiendo además
otros líquidos corporales (hasta 10 litros al día) a través de la piel
inexistente. Para evitarlo, los médicos tuvieron que envolverlo con gasas.
Pero también llegó a sangrar por los ojos. Su esposa comentaba que lloraba
lagrimas de sangre.
En un intento desesperado, los médicos intentaron colocarle piel artificial,
pero los músculos también comenzaron a desprenderse del hueso. En un
momento, Ouchi les suplicó a los médicos que se detuvieran y que dejaran de
tocarlo, pues no soportaba el dolor.
Muerte.
Tras 59 días en el hospital, su corazón se detuvo 3 veces en un espacio de
tiempo de 49 minutos. Lo que terminó por dañar su cerebro y sus riñones. Se
lo mantuvo con vida artificialmente por medio de máquinas externas.
Después de 83 días en el hospital, Ouchi murió de un fallo multiorgánico el
21 de diciembre. Su compañero Shinohara pudo vivir cuatro meses más, pero
también murió de un fallo multiorgánico. El tercer empleado, que se
encontraba a unos metros el día de la tragedia, pudo ser dado de alta luego
de seis meses.
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Fotografía erróneamente atribuida a Hisashi, perteneciente a una victima de quemaduras graves. |