El día 26 de junio de 1931, el psicólogo y doctor Winthrop N. Kellogg decidió
llevar a cabo un controversial estudio entre su pequeño hijo Donald, de menos de
un año, y una chimpancé recién nacida de nombre Gua. Estudio que,
desafortunadamente, concluyó con "desastrosas" consecuencias.
Antecedentes.
Winthrop Niles Kellogg.
Winthrop Niles Kellogg nació el 13 de abril de 1898 en Mount Vernon, Nueva
York. Comenzó sus estudios universitarios en 1916 en la Universidad de
Cornell durante un año antes de unirse a la Gran Guerra (Primera Guerra
Mundial) en Europa. Durante dos años sirvió como parte de las Fuerzas
Expedicionarias Estadounidenses en el Servicio Aéreo del Ejército de los EE.
UU., lo que le valió la prestigiosa Croix de Guerre.
Después de la guerra, volvió a estudiar en la Universidad de Indiana. Allí
conoció a Luella Dorothy Agger de Indianápolis, con quien se casaría en
1920. Kellogg y Agger tuvieron tres hijos Jack Stanley Kellog, Donald Agger
Kellogg y Shirley Mae Kellogg. Su hijo Jack Stanley murió de meningitis
espinal en 1929 a la edad de 5 años.
Kellogg recibió su maestría y doctorado en la Universidad de Columbia. Ocupó
cargos académicos en las universidades estatales de Indiana y Florida, donde
realizaría dos de los estudios más pioneros. Durante su tiempo en Indiana,
su investigación se centró en el condicionamiento en el aprendizaje y los
estudios comparativos. Su tiempo en Florida State lo dedicó a los delfines
nariz de botella y al sonar.
El mono y el niño.
Poco después de llegar a Indiana, Kellogg comenzó a planear un ambicioso
proyecto sobre la psicología comparativa de los primates. Ninguna otra
investigación en su carrera atraería tanta atención como este proyecto. En
el artículo "Humanizando al mono", el psicólogo defendió la necesidad de
estudios comparativos del desarrollo de primates humanos y no humanos.
Kellogg estaba interesado en determinar la "influencia relativa de la
naturaleza y la crianza en el comportamiento". En el artículo, Kellogg
propuso criar un chimpancé bebé con su propio hijo Donald.
Niñas lobo.
Kellogg generó la idea durante su tiempo de posgrado en Columbia, idea que
fue provocada por un artículo sobre los "niñas lobo" de la India. Kellogg
argumentó que estas niñas, y otros como ellas, nacieron con una
inteligencia normal, ya que es poco probable que hayan sobrevivido.
Aseguró que los niñas aprendieron a vivir como lobos porque eso era “lo
que su entorno les exigía”.
Kellogg "creía en el fuerte impacto de la experiencia temprana y la
existencia de períodos críticos en el desarrollo, y sostenía que el
problema de civilizar a los niños salvajes era la dificultad de anular los
hábitos aprendidos a temprana edad". Situar a un "bebé humano de
inteligencia normal en un entorno incivilizado y [observar...] su
desarrollo en ese entorno" sería tanto poco ético como legal. La única
otra forma de probar esta cuestión del medio ambiente frente a la herencia
sería tomar un "animal salvaje y colocarlo en el entorno civilizado de un
hogar humano".
Otros estudios.
Hubo intentos anteriores de responder a esta pregunta sobre los simios
civilizados, pero ninguno cumplió con los criterios estrictos que Kellogg
consideró necesarios, especialmente el criterio de una "situación que
aseguraría que el animal siempre fuera tratado como humano y nunca" como
animal, particularmente como mascota".
Sería Robert Yerkes quien ayudaría a Kellogg con su plan. Kellogg recibió
la beca del Consejo de Investigación de Ciencias Sociales para trabajar en
la Estación Antropoide de Yale en Florida con el fin de prepararse para el
proyecto en 1931. Ese verano, la familia Kellogg se mudó a Florida. Para
su sorpresa, poco después de llegar, Kellogg se enteró de que otra becaria
postdoctoral, Carlyle Jacobsen, había estado estudiando a un simio bebé
desde su nacimiento un año antes. Para beneficio de Kellogg, no hubo un
intento claro de "humanizar al mono".
El experimento.
Poco después de su llegada, y antes de lo esperado, una cría de chimpancé
hembra de 7,5 meses se unió a la familia Kellogg; su nombre era Gua. Fue
así que el 26 de junio de 1931, Donald y Gua fueron tratados de la manera
más igualitaria "en la medida de lo posible, siendo vestidos, bañados,
alimentados y enseñados de manera similar". Ambos llevaban mamelucos
de bebé, los obligaron a sentarse en una silla alta, durmieron en una cama
y les dieron un beso de buenas noches, aunque Gua fue transportada en una
pequeña carreta.
La prueba debía durar cinco años y empezó cuando Gua tenía siete meses y
Donald apenas 10 meses.
Pruebas crueles.
A Gua se le enseñó el tipo de cosas que un padre cariñoso le haría a
una niña. Sin embargo, ambos bebés fueron sometidos a pruebas crueles,
como ser golpeados en la cabeza con cucharas, girar en sillas y ser
molestados por su mamá y su papá.
Kellogg realizó una serie de pruebas y comenzó a sondear la presión
arterial, la memoria, el tamaño del cuerpo, los garabatos, los
reflejos, la percepción de la profundidad, la vocalización, la
locomoción, las reacciones al cosquilleo, la fuerza, la destreza
manual, la resolución de problemas, los miedos de Gua y Donald, su
equilibrio, el comportamiento de juego, escalada, obediencia, agarre,
comprensión del lenguaje, capacidad de atención, entre muchas otras
cosas más.
Según un informe, los Kellogg golpeaban la cabeza de Donald y Gua con
cucharas para escuchar la diferencia en el sonido de sus cráneos y
hacían ruidos fuertes para ver quién reaccionaba más rápido. Incluso
intentaron convencer a Gua de que no comiera pompas de jabón
metiéndole una barra del producto en la boca. Imágenes espeluznantes
del experimento muestran a Gua y Donald siendo colocados en sillas
altas y girando y girando hasta que comienzan a llorar.
También fueron empujados a completar pruebas crueles en las que fueron
sometidos a un laberinto y obligados a salir mientras los perímetros
cambiaban a su alrededor. Durante un tiempo, Gua se destacó en estos
ejercicios en comparación con Donald; pero después de que ambos
cumplieron un año, las cosas empezaron a cambiar.
Las ventajas físicas de Gua fueron eclipsadas lentamente por la
capacidad de Donald para formular palabras y los médicos pronto se
dieron cuenta de que habían alcanzado el límite de inteligencia de los
chimpancés.
Los autores de "The Psychological Record" dijeron que el experimento de
Kelloggs “probablemente tuvo más éxito que cualquier estudio anterior
a su tiempo en demostrar las limitaciones de la herencia impuestas a
un organismo independientemente de las oportunidades ambientales, así
como de los avances en el desarrollo que podrían lograrse en entornos
enriquecidos”.
Fin del estudio.
Aunque la meta era que el experimento durara cinco años, todo se tuvo
que cancelar a los nueve meses, pues los resultados mostraron que Donald
estaba adoptando más comportamientos de simio que Gua de humano. El niño
imitaba la forma de caminar (en 4 patas), los sonidos para comunicarse,
y el comportamiento agresivo que empezó a desarrollar su “hermana”,
haciendo que los Kellogg decidieran cancelar su experimento por temor a
poner en riesgo mortal a su hijo.
Entre los comportamientos adquiridos por el bebé humano, también estaba
la forma en que luchaba con su hermana simio, la costumbre de espiar a
la gente debajo de las puertas tal cual lo hacía Gua y la de morder a
las personas, así como gruñirles. Además, los niños de la edad de Donald
podían pronunciar 50 palabras, mientras que él sólo tres.
El estudio terminó formalmente el 28 de marzo de 1932, cuando Gua fue
devuelta a la colonia de primates Orange Park a través de un proceso
de rehabilitación gradual.
En ese entonces los rumores decían que la pareja simplemente estaba
agotada después de nueve meses de trabajo científico y de crianza sin
parar. A su vez, se cree que otro de los motivos de su arrepentimiento
fue el descubrimiento de que aquella historia que le había inspirado
sobre las niñas-lobo no era más que un fraude. Que Joseph Singh, el
director del orfanato donde habían sido alojadas, maltrataba a las
pequeñas para que hicieran su papel delante de los turistas, que
venían a ver el grotesco espectáculo de las niñas arrastradas por el
suelo y comiendo carne cruda.
Hechos posteriores.
Una vez finalizado el experimento, Winthrop Kellogg continuó
trabajando en la Universidad Estatal de Florida, donde se dedicó a la
investigación sobre los delfines nariz de botella y el sonar hasta su
jubilación en 1963.
Una parte de los resultados del estudio se presentó en la reunión
anual de la Asociación Psicológica del Medio Oeste y Kellogg comenzó a
escribir un libro con Luella. "The Ape and the Child" se publicó en
1933. Documentando muy bien el estudio.
Tanto Winthrop Kellogg como su esposa Luella decidieron pasar sus
últimos días viajando por el mundo, antes de su muerte en el verano
de 1972.
Críticas negativas.
A pesar del entusiasmo de Kellogg por los significados psicológicos,
antropológicos y biológicos del estudio, éste no estuvo exento de
críticas. Las críticas llegaron de los compañeros, del público y
hasta de Luella. Algunos afirmaron que el proyecto era inhumano,
mientras que otros señalaron la inconveniencia de utilizar a un bebé
como sujeto experimental durante un período prolongado de tiempo.
Otros desaprobaron la separación de Gua de su madre y otros
chimpancés. Además, dado que el estudio había sido escrito de manera
pública y recogido por los medios, algunos críticos caracterizaron
el estudio como uno que buscaba publicidad y entusiasmo.
"We Are All Completely Beside Ourselves".
El estudio de Kellogg más tarde inspiró a la novelista Karen Joy
Fowler a escribir "We Are All Completely Beside Ourselves", un
relato ficticio de un experimento similar también ambientado en la
Universidad de Indiana. El libro fue publicado en 2013.
¿Trágicos finales?
Se sabe que tras finalizar el estudio y Gua ser devuelta al Orange
Park, la chimpancé volvió a convivir con su madre y otros de su
especie en cautiverio. Lamentablemente, el animal no se adaptó a su
nueva y "original" vida y murió un año después.
Por su parte, Donald Kellogg creció y se desarrolló con normalidad
conforme a un humano. Se sabe que estudió medicina y realizó
diversos estudios en psiquiatría. Sin embargo, en 1973, poco después
de la muerte de sus padres, se reportó su suicidio a la edad de 43
años.
Aunque se desconoce a ciencia cierta la causa de su suicidio, muchos
creen que fue precisamente el conocimiento del cruel experimento
realizado por su padre lo que lo llevó a tomar esa decisión.
Donald Kellogg |