FOTOGRAFIA POST-MORTEM. +18

***CONTENIDO GRAFICO*** (Se recomienda discreción). 
Fotografías con fines informativos y educativos. 

Dando inicio durante la época Victoriana (20 jun 1837 – 22 ene 1901) con la invención de la fotografía, la fotografía post-mortem, también conocida como retrato conmemorativo o retrato de duelo, es la práctica de fotografiar a los recientemente fallecidos, con el objetivo de retratar la belleza tras la inevitable muerte.



Antecedentes.

En la Inglaterra Victoriana, periodo que comprendió la mayor parte del siglo XIX, la muerte estaba presente de muchas y muy particulares maneras. Las epidemias de difteria, tifus y cólera marcaron al país y, a partir de 1861, la enlutada reina Victoria puso el duelo de moda. Los rituales que la rodeaban y las convenciones y reglas en torno al luto eran muy específicas. La fotografía post-mortem de esta época, hecha para conservar en la memoria los rostros y cuerpos de quienes dejaban este mundo, capturó una esencia casi inaudita y extrañamente bella de contemplar la muerte.

En aquella época, la edad promedio de muerte de un hombre de clase media o alta era de 44 años; 57 de cada 100 niños nacidos dentro de la clase trabajadora fallecían antes cumplir cinco años. Los cadáveres, los funerales y todo lo que rodeaba la muerte de una persona era parte de la vida diaria de una manera que en la actualidad no es fácil concebir. Así, las escenas y las palabras dichas en el lecho de muerte eran de gran importancia; las familias enteras se reunían alrededor del moribundo para escuchar sus últimas palabras y verlo respirar por última vez. Existía, finalmente, una obsesión casi fanática por la defunción; se veía y se vivía muy de cerca. Incluso, a manera de reliquia, era común hacer joyería con cabellos de personas difuntas, se hacían máscaras mortuorias de cera y las imágenes y símbolos de los muertos eran incluidos en cuadros y esculturas. En este mundo, el luto era un ritual con reglas muy específicas.




La reina Victoria, por ejemplo, guardó luto a su esposo Alberto durante 40 años y mantuvo las habitaciones de su consorte como éste las había dejado antes de morir. Siguiendo la tradición Real, una mujer común debía guardar luto durante dos años y medio, por lo menos, y no podía socializar en los primeros 28 meses. Debía utilizar vestidos de telas y colores específicos, al grado que el tono de su ropa podía indicar cuántos años llevaba de viuda.

Reina Victoria de luto por la muerte de su hija  y nieta

Reina Victoria Post-mortem


Este siglo también vio el nacimiento y la popularización de la fotografía. Con la institución del daguerrotipo en 1839 (instrumento que reducía las horas de exposición necesarias para hacer un retrato), la fotografía se extendió por el mundo, volviéndose más barata que mandar a hacer un retrato pintado. Con el daguerrotipo se lograba una pequeña y muy detallada imagen sobre plata pulida. Se trataba de un lujo costoso, pero nada semejante a lo que resultaba contratar a un pintor para hacer un retrato que era hasta ese momento la única forma de preservar la imagen de alguien de forma permanente.

En la medida en que fue aumentando el número de fotógrafos, el costo de los daguerrotipos bajó. En la década de 1850 se introdujeron métodos menos costosos que incluían el uso de metal delgado, vidrio o papel, en lugar de plata.

Así, la fijación victoriana con la muerte conoció al joven arte de la fotografía, y los retratos de gente muerta terminaron siendo, entre otras cosas, una variante del Memento mori (en latín “recuerda que morirás”, simbolismos gráficos de la temporalidad de la vida humana).

Daguerrotipo



El arte de fotografiar a los muertos.

Vistas cuidadosamente, las fotografías post-mortem de esta época causan un temor esencial. Su extravagancia reside en que, por lo general, eran retratos tomados en interiores, adornados con flores o decorados con muebles, al igual que una fotografía común. Pero tienen algo extraño… Y ese algo está en la expresión de los semblantes muertos fotografiados como si estuvieran vivos. Los bebés, por ejemplo, eran retratados en sus cunas, haciendo parecer que estaban dormidos; los niños frecuentemente aparecían rodeados de sus juguetes favoritos. Incluso existen algunas tomadas en grupo, y los miembros vivos de la familia (los otros) aparecen rodeando al cadáver del familiar difunto.



Basta con observar detenidamente el rostro y la mirada de los cadáveres en las fotografías (en ocasiones intervenidas con pintura en los ojos, en los párpados o con rubor en las mejillas) para sentir algo que oscila entre el morbo, la curiosidad y el miedo. Pero en un segundo acercamiento, las imágenes post-mortem victorianas tienen una estética propia, cuidada y especial. Hay algo bello en los muertos retratados y en el esmero del que los retrata. No podemos olvidar la extensa tradición gótica y la fascinación por los fantasmas que siempre ha permeado la cultura inglesa, y ello es quizá una manera de explicar la obsesión fetichista y la fijación que, sin duda, puede ser vista como inquietante y a la vez bella.



Retratar a los muertos se volvió entonces cada vez más popular. Las guarderías victorianas estaban plagadas de sarampión, difteria, fiebre escarlata, rubeola, enfermedades todas ellas capaces de llevar a la muerte. Ese era con frecuencia el momento en el que las familias pensaban por primera vez en hacerse una fotografía con todos los miembros juntos. Era la última oportunidad de tener un retrato permanente de un hijo querido.

Esta expresión artística refleja algunas de las cuestiones más esenciales de la naturaleza humana (como la necesidad de conservar en la memoria a quienes amamos, sus gestos, sus cuerpos) en un afán de inmortalizar gráficamente, como lo pretende también la escritura, lo efímero de nuestro paso por el mundo.



El final de la practica.

La fotografía post mórtem duró unas ocho décadas, hasta la década de 1920, cuando la fotografía se volvió más común, barata e instantánea, por lo que la mayor parte de las familias empezarían a tomarse fotografías en vida. A medida que los sistemas sanitarios mejoraron la esperanza de vida de los niños, se redujo la demanda de familias interesadas en fotografiar a sus muertos. 

Ahora, esas imágenes de hombres, mujeres y niños estoicamente conteniendo su dolor con la intención de lograr preservar un retrato de un hijo que se fue demasiado pronto, continuado haciendo honor a su nombre. Memento mori: recuerda que debes morir.



























E. NYGMA

Escritor y fundador de ZD TERROR. Amante de lo macabro y oscuro, de lo absurdo y del humor negro. Influenciado por artistas tales como Stephen King, Edgar Allan Poe, Darren Bousman, Rob Zombie, James Wan, Marian Dora, David Lynch, Quentin Tarantino, Christopher Nolan, Zack Snyder, entre otros. Futuro cineasta.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente

OVNI (Pulsa sobre el anuncio)

 


X FACTORY (Pulsa sobre el anuncio)