La ATERRADORA COMBUSTIÓN ESPONTÁNEA. +18

***CONTENIDO GRAFICO*** (Se recomienda discreción). 

Fotografías con fines informativos y educativos.


Se utiliza el término combustión espontánea para describir los supuestos casos de incineración de personas vivas sin una fuente externa de ignición, y cuyos cuerpos quedan reducidos casi en su totalidad a cenizas.


A lo largo de la historia han ocurrido estos extraños casos en el que el cuerpo simplemente se inmola, calcinando todos los órganos, huesos y piel. Reduciéndolo a cenizas y dejando únicamente las piernas como los únicos restos. Lo más aterrador del caso es que sucede de la nada, sin que las víctimas hayan causado ningún tipo de reacción, simplemente ocurrió mientras veían la tv, leían, dormían y existían. 


Casos conocidos.

Nicolle Millet.

Aunque existen historias anteriores, el primer caso de muerte atribuida a la combustión humana espontánea con fecha conocida ocurrió en 1725. El caso fue recogido por el francés Jonas Dupont en el libro De Incendiis Corporis Humani Spontaneis (Sobre el fuego espontáneo en el cuerpo humano).

Dupont se inspiró en el caso de un hombre que fue juzgado por el asesinato de su mujer. La víctima, Nicolle Millet, había sido hallada quemada en una silla que permaneció indemne. Durante el juicio, un joven cirujano llamado Nicholas le Cat convenció al jurado de que la muerte de la mujer era un caso de combustión humana espontánea. El acusado fue declarado inocente y el jurado dictaminó que la mujer había muerto «por la visitación de Dios». En Secrets of the Supernatural Joe Nickell afirma que los restos de la señora Millet no fueron encontrados en una silla sin quemar, sino que su cabeza, parte de la columna vertebral y de las extremidades inferiores fueron encontrados quemados en la cocina, donde el suelo se encontraba también quemado. Nickell afima que el marido fue realmente condenado pero que la condena fue revocada posteriormente. Nickell se basa en tres fuentes para su reconstrucción del caso: Elements of Medical Jurisprudence (1835) de G. H. Lewes; Spontanteous Combustion de la Blackwood’s Edinburgh Magazine, n.º 89; y Principals and Practice of Medical Jurisprudence (1883) de T. Stevenson.


Cornelia Zangari di Bandi, Condesa de Cesena.

Este caso es famoso por haberlo citado el novelista Charles Dickens en el capítulo 32 de su novela Bleak House. La condesa, de 62 años de edad, murió en algún momento anterior a 1731. La condesa había estado bien todo el día, pero durante la cena se encontraba «embotada y con pesadez». La doncella la acompañó a su habitación y, al día siguiente, al no levantarse a la hora habitual, fue a despertarla y encontró los restos de la condesa. Según el relato, la habitación se encontraba llena de hollín. El cuerpo de la condesa había sido reducido a un montón de cenizas que se encontraba a poco más de un metro de la cama, aunque sus piernas y parte de su cabeza se encontraban relativamente intactas. La cama y el resto del mobiliario no habían sido afectados por el fuego, pero estaban cubiertas por una capa grasienta y maloliente.

En el suelo se encontró una lámpara de aceite cubierta de cenizas, pero sin aceite. La forma en la que se encontraron las sábanas parecía indicar que la condesa se había levantado en algún momento de la noche.


Mary Reeser.

Este caso reavivó el interés popular por la combustión espontánea, que había decaído a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX. Mary Reeser era una viuda de 67 años con problemas de sobrepeso, residente en St. Petersburg, Florida. La última vez que se la vio con vida fue el 1 de julio de 1951, cuando su hijo y su casera, Pansy Carpenter, estuvieron con ella por la tarde. Ese día, a las 5 de la madrugada, la señora Carpenter se despertó por un olor a quemado pero, pensando que se trataba de una bomba de agua que se había recalentado, la apagó y volvió a la cama. Por la mañana, recibió un telegrama dirigido a la señora Reeser. Cuando fue a entregárselo, notó que el picaporte estaba caliente, por lo que, alarmada, fue a pedir ayuda. Junto con dos pintores que estaban trabajando cerca, consiguió entrar. El rincón donde se encontraba la silla donde habían dejado la tarde anterior a Mary Reeser se encontraba seriamente quemado. Los más de 75 kg de peso de la señora Reeser se habían reducido a cenizas, y sólo sus piernas eran identificables.

También se encontraron su hígado, algunas vértebras y su cráneo, reducido al tamaño de una pelota de béisbol. Todo el apartamento mostraba daños por calor por encima de los 1,2m de altura. Las paredes estaban cubiertas con un hollín grasiento, un espejo se había roto y varios objetos de plástico se habían fundido. Por debajo de esa altura, la única evidencia de fuego era una pequeña zona circular quemada donde había estado Mary Reeser. Un reloj de pared también fue afectado por el calor y se paró a las 4:20 h de la madrugada. El hijo de la señora Reeser declaró que, cuando dejó a su madre, se encontraba fumando un cigarrillo y se había tomado dos cápsulas de Seconal (un barbitúrico). El informe de la policía concluyó que Mary Reeser se había quedado dormida con un cigarro encendido, que éste prendió su bata y el cuerpo se consumió por la combustión de sus tejidos grasos.


John Irving Bentley.

El Dr. John Bentley era un cirujano retirado de 92 años. El 4 de diciembre de 1966 unos amigos estuvieron de visita en su casa y se fueron alrededor de las 9 de la noche. A la mañana siguiente, Gosnell, un empleado de la compañía eléctrica fue a revisar el contador del Dr. Bentley. Dado que Bentely tenía problemas de movilidad y sólo podía andar con su andador, Gosnell tenía permiso de éste para entrar en el sótano siempre que fuera necesario. Cuando bajó al sótano, Gosnell notó un extraño olor y un hollín azulado, por lo que subió al piso a investigar. El dormitorio estaba lleno de humo, y en el cuarto de baño encontró los restos de John Bentley. Lo único que quedaba de él era un montón de cenizas y su pie derecho. Cerca de los restos estaba su andador, con los mangos de plástico todavía intactos. Al parecer, el Dr. Bentley era un fumador empedernido y bastante descuidado de pipa. En su armario se encontró ropa con quemaduras de tabaco.


El bebé Rahul.

En agosto de 2013, Rahul, un bebé de dos meses y medio de Tamil Nadu, India, fue ingresado por cuarta vez por graves quemaduras. Tratado en la Facultad de Medicina y el Hospital Kilpauk en Chennai, su madre alega que Rahul empezó a arder de forma espontánea. Sin embargo, los resultados de las pruebas iniciales (que mostraron normal funcionamiento de su hígado y los riñones) y la distribución de las quemaduras hacen sospechar a los médicos que se trata de un caso de maltrato infantil.


John Nolan.

El 13 de diciembre de 2017, John Nolan, de 70 años de edad, se encontraba caminando por Orchard Place, al norte de Londres, cuando se vio envuelto en llamas en medio de la concurrida calle. Algunos trataron de sofocar las llamas mientras que otros corrieron aterrorizados. Nolan murió al día siguiente por causa de las quemaduras de tercer grado que cubrían el 67% de su cuerpo. La policía nunca encontró la causa por la que el fuego inició. En el cuerpo de la víctima no se encontraron rastros de algún combustible o sustancia inflamable y tampoco se encontraron testigos que vieran el momento exacto cuando Nolan empezaba a arder, a pesar de encontrarse en una calle concurrida.


Al día de hoy no se ha encontrado una clara explicación del por qué ocurren este tipo de casos tan bizarros.

E. NYGMA

Escritor y fundador de ZD TERROR. Amante de lo macabro y oscuro, de lo absurdo y del humor negro. Influenciado por artistas tales como Stephen King, Edgar Allan Poe, Darren Bousman, Rob Zombie, James Wan, Marian Dora, David Lynch, Quentin Tarantino, Christopher Nolan, Zack Snyder, entre otros. Futuro cineasta.

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