Anneliese Michel era una joven como cualquier otra, aunque un poco retraída. Formaba parte de una familia profundamente católica en Leiblfing, Alemania. Tanto que padres, sus tres hermanas y ella acudian a la iglesia tres veces por semana. Pero justo cuando cumplió los 16 años de edad, comenzó a convulsionarse de la nada para posteriormente ser diagnosticada con epilepsia. Además de presentar un cuadro de depresión profunda ante lo cual sus padres optaron hospitalizarla.
Pronto comenzó a experimentar visiones que la aterraban y atormentaban a todas horas del día, así como escuchar voces dentro de su cabeza. Sumado a esto Anneliese ya no toleraba ver objetos religiosos. Tanto fue su tormento que intentó suicidarse en reiteradas ocasiones.
Su familia estaba convencida de que tenía un demonio dentro, tanto que se negaron a continuar con los medicamentos indicados en el hospital y comenzaron a buscar ayuda en la iglesia. Y aunque los primeros hombres de fe que recibieron a la familia apuntaron que era un caso médico, no religioso, los Michel estaban convencidos y finalmente encontraron a 2 sacerdotes Ernst Alt y Arnold Renz, que ayudarían a Anneliese realizando un exorcismo.
Durante las sesiones la joven era encadenada a una silla y no podía comer, beber o dormir.
Desde septiembre del 75 hasta julio del 76 una o dos sesiones de exorcismo fueron realizadas cada semana. Algunos ataques de la joven fueron de tal violencia que no podía ser reducida ni por tres hombres.
Durante este tiempo, Anneliese podía sentir su vida, de algún modo, mas normal cuando pudo regresar a la escuela y realizar los exámenes finales en la Academia de Pedagogía de Warzburg. Los ataques, aún así, no terminaron. De hecho, ella quedaba paralizada e inconsciente mas a menudo que antes.
El exorcismo continuó por muchos meses, siempre con los mismos rezos y conjuros. A veces miembros de la familia y visitantes estuvieron presentes durante los rituales de exorcismo.
Por muchas semanas Anneliese rechazó todo alimento. Sus rodillas se rompieron durante las 600 genuflexiones que realizaba obsesivamente durante las sesiones diarias de exorcismo.
Alrededor de 40 cintas de audio se grabaron durante el proceso para preservar los detalles.
Después de 11 meses y 67 sesiones de exorcismo, el cuerpo de Anneliese no dio más.
El último día del ritual de exorcismo fue el 30 de junio de 1976. Anneliese sufría neumonía. Estaba totalmente demacrada y con fiebre muy alta. Exhausta e incapaz de realizar por si misma las genuflexiones, sus padres la ayudaron a seguir los movimientos. "Pidan la absolución", fue la última manifestación que Anneliese hizo a los exorcistas. A su madre, la joven dijo: "Madre, estoy asustada". Anna Michel grabó la muerte de su hija al día siguiente, 1 de julio del 76, y al mediodía el pastor Ernst Alt informó a las autoridades de Aschaffenburg.
El fiscal comenzó a investigar inmediatamente. La acusación llevo más de dos años poder presentar el caso de Annaliese ante la corte. Los padres de ella y los exorcistas fueron acusados de homicidio negligente. El Caso "Klingenberg"se decidió en base a dos preguntas: qué causó la muerte de Anneliese y quien fue el responsable.
De acuerdo a las pruebas forenses "Anneliese murió de hambre". Especialistas afirmaron que si los acusados hubieran alimentado a la joven a la fuerza una semana antes de su muerte, la vida de Anneliese hubiera podido salvarse.
Los exorcistas intentaron probar la presencia de los demonios, poniendo las cintas grabadas en las que se oían extraños diálogos, como el de dos demonios que discutían sobre cual de los dos debería abandonar primero el cuerpo de la chica. Uno de ellos se llamó a si mismo Hitler, y hablaba con acento franco. Nadie de los presentes durante los exorcismos dudó jamás sobre la autenticidad de la presencia de los demonios. Otros de los demonios que estos sacerdotes identificaron en la joven fueron Lucifer, Caín, Judas, Iscariot, Hitler y Nero.
Los psiquiatras, que fueron llamados a testificar en el juicio hablaron sobre la Inducción Doctrinaria, dijeron que tanto los padres como los curas proporcionaron a la chica los contenidos de su conducta psicótica. Pues ellos insinuaron que su conducta era una forma de posesión demoníaca, y que junto con su diagnosticada Epilepsia del lóbulo frontal, influenciaron la psicosis en Anneliese.
El veredicto final fue considerado por muchos no tan duro como esperaban. Los padres y los exorcistas fueron declarados culpables de homicidio por negligencia y negación de auxilio. La condena fue de 6 meses de prisión y libertad condicional.
Hoy, su tumba sigue siendo lugar de peregrinaje para aquellos que piensan que Anneliese fue una valiente luchadora contra fuerzas demoníacas.
