El cuadro.

Trabajo en una Empresa de paquetería en mi Ciudad, llevo ya muchos años haciendo éste oficio y nunca imagine vivir lo que les narraré a continuación. Mi nombre es Javier, ésto me sucedió apenas el año pasado.

Anteriormente vivía con mis padres en un Pueblo distante a ésta Ciudad, me enamoré de quien hoy es mi esposa, y después de casarnos nos mudamos hasta aquí. En ese Pueblo quedaron también mis amigos, y es con uno de ellos con quien tuve ésta experiencia.

Era una mañana de día Viernes, me puse a revisar detalladamente la mercadería que tenía que entregar durante la jornada, entre las cuales hubo una en particular que me llamó mucho la atención... Según la información se trataba de un cuadro, estaba resguardado en el interior de una caja con mucho cuidado, y cuando ví su destinatario quedé sorprendido...

La dirección y el nombre coincidía con la casa de Mariano, un amigo de la infancia, éste se había mudado hace unos meses a ésta misma ciudad y habíamos tenido la suerte de encontrarnos recientemente por Facebook... Me alegré muchísimo, al fin y al cabo iría a visitarlo después de tantos planes, ya que llevaba varias semanas de programar visitarlo a su nuevo hogar...

No le avisé nada, preferí caerle por sorpresa, y como yo tenía una buena relación con mi jefe decidí dejar su encomienda para llevársela fuera del horario laboral, de ése modo podría quedarme más tiempo para compartir con él...

Por suerte la jornada pasó en un abrir y cerrar de ojos, antes de terminar mi horario le informé a mi Superior sobre mis intenciones con respecto a la entrega del paquete... Él no tuvo inconvenientes, solamente me encargó que al otro día le presentara los trámites correspondientes, y sin demorar más tiempo me dirigí a mi casa para prepararme...

Eran las 21:00 hrs cuando llegué a esa Colonia, encontré una playa de estacionamiento cerca del lugar donde decidí dejar mi auto, tomé el cuadro y empecé a caminar hasta la dirección. La calle estaba vacía, sólo podía ver a lo lejos a un pequeño grupo de niños jugando en una plaza. Cuando doblé en la esquina indicada, vi a una mujer caminando a unos metros delante de mí. A pesar de que pasaron años sin verla la reconocí al instante, era Doña Ema, la Madre de mi amigo.

Me emocioné al verla, aceleré mis pasos y pronuncié su nombre, ella se dió la media vuelta y me vió. Estaba exactamente como la recordaba, obviamente ya se le notaban los años encima, pero aún mantenía ése brillo en sus ojos y esa sonrisa sin igual.

Ella me reconoció y con alegría se detuvo a esperarme, cuando estuve a su lado me abrazó y me besó la mejilla. Me preguntó qué hacía en ese lugar, le respondí que había venido a dejarle un paquete a su hijo y de paso lo quería visitar. Me agradeció el favor, y tomándome del brazo comenzamos a caminar contándome que Mariano esperaba ese cuadro con ansias.

Me sorprendí cuando me dijo éso, en ningún momento yo le había mencionado que se trataba de un cuadro, pero imaginé que es lo único que esperaban.

Cuando llegamos a la puerta de la casa me pidió algo que me dejó perplejo, me dijo que Mariano ya venía en camino y que mejor lo esperara allí en la puerta, pues ella se ocuparía de otras cosas. Me abrazó una vez más, me dijo que le había encantado verme e ingresó a la casa.

Eso me desconcertó más todavía, incluso llegué a pensar que tenía algún problema o que su mente ya no era la misma, pues ella ya era una persona muy mayor. Le dí las gracias, y pidiéndole que no se preocupara me quedé en la puerta a esperar a mi amigo.

Tal como Doña Ema me dijo, unos pocos minutos después llegó Mariano, me vió y nos abrazamos como hace mucho no lo hacíamos. Él se percató de que también le traía la encomienda, y con mucha alegría me invitó pasar.

Entramos a la sala, me ofreció un café, me reclamó el porqué no le había anunciado que vendría y me preguntó si llevaba mucho tiempo esperándolo. Pero cuando le dije que no se preocupara porque su madre me había recibido, cambió su rostro de alegría a un semblante serio.

Me preguntó a qué me refería, yo le conté cómo fue nuestro encuentro y de paso le pedí que la llamara para unirse a nosotros. Pensé que me diría algo relacionado a su extraño comportamiento, sin embargo, fue algo totalmente inesperado.

Con un rostro cargado de tristeza, tomó el paquete y comenzó a abrirlo lentamente sin pronunciar palabras, una vez que el cuadro quedó a la vista, me preguntó si reconocía a la mujer que estaba en la pintura. Le respondí que sí, pues efectivamente era Doña Ema, su madre, la misma que acababa de ver, de repente él comenzó a llorar.

Esa noche estuve acompañándolo hasta muy tarde, recordamos muchas anécdotas y nos emocionamos hasta hacerme llorar a mí también. Antes de retirarme quedamos en volver a reunirnos, y que ya eran suficientes emociones por ese día.

Nos despedimos con un abrazo, busqué mi auto, y manejé hasta mi casa.

En el trayecto no lo pude evitar, me volví a emocionar por lo que acababa de pasar, y volví a llorar.
Sé que se preguntarán cual es el motivo de mi reacción, estoy seguro que algunos de ustedes, a diferencia de mí, sentirán un escalofrío de terror al saberlo.

Doña Ema, la mamá de mi amigo, llevaba 3 años fallecida.



E. NYGMA

Escritor y fundador de ZD TERROR. Amante de lo macabro y oscuro, de lo absurdo y del humor negro. Influenciado por artistas tales como Stephen King, Edgar Allan Poe, Darren Bousman, Rob Zombie, James Wan, Marian Dora, David Lynch, Quentin Tarantino, Christopher Nolan, Zack Snyder, entre otros. Futuro cineasta.

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